Los
peligros de estar en contra de la homosexualidad
Los cristianos se
enfrentan a ser procesados por sus comentarios respecto a este
principio»
Por el P. John Flynn
En muchos
países hablar abiertamente en contra de la homosexualidad puede acarrear graves
problemas legales. Y en la actual batalla por proteger la libertad de expresión
de forma que los cristianos puedan expresar sus creencias, el futuro no está muy
claro.
En una
victoria reciente, en Gran Bretaña, se retiraron los cargos contra Stephen
Green, informaba el 29 de septiembre el periódico Telegraph. Green fue arrestado
por la policía a principios de septiembre tras repartir folletos en el festival
homosexual «Mardi Gras» de Cardiff, en Gales. El folleto contenía versículos de
la Biblia contra la homosexualidad.
Durante una audiencia, previa al juicio, la Fiscalía de la
Corona anunció que no seguiría con la acusación.
Un reportaje
el 6 de septiembre en el periódico Daily Mail citaba las palabras de la policía
sobre el hecho de que Green no fue ni violento ni agresivo. Su único delito fue
distribuir los folletos. El artículo observaba que esta no era sino la última de
una serie de actuaciones policiales contra la oposición a la homosexualidad.
También se dio una advertencia a la escritora Lynette
Burrows por un «incidente homofóbico», tras sugerir, en el
programa de radio de la
BBC Five Live, que los homosexuales no serían los padres
adoptivos ideales.
También fue
advertida una pareja cristiana de Lancashire tras quejarse por las políticas de
la administración local a favor de los derechos homosexuales. Y la policía de
Londres investigó a Sir Iqbal Sacranie, antiguo líder del Consejo Musulmán de
Gran Bretaña, tras afirmar en una entrevista que la homosexualidad era
dañina.
El Christian
Institute cuestionó el comportamiento de la policía con respecto a la
homosexualidad en una nota de prensa el 22 de septiembre. Estando pendiente el
juicio contra Green, el grupo observó que no se presentaron cargos contra
la Asociación
Gay de la Policía tras publicar un anuncio que acusaba a los
cristianos de asaltos violentos contra los homosexuales. Se recibieron más de
40.000 quejas del público contra el anuncio, según el Christian
Institute.
Presión de
la Unión Europea
Al caso de
Green podrían seguir muchos otros, si se aprueba la legislación propuesta por el
gobierno británico. Las Regulaciones de la Orientación Sexual podrían
hacer, entre otras disposiciones, que la discriminación contra los homosexuales
fuese ilegal.
En un
comentario publicado el 2 de octubre en el Telegraph, Philip Johnston observaba
que la legislación se introducía por la insistencia de la Unión Europea. Tras un
periodo de consultas, que recibió una gran oposición de los grupos religiosos,
el gobierno considerará ahora si modifica la legislación
propuesta.
Uno de los
problemas implicados, indicaba Johnston, es el conflicto de derechos. Los
cristianos sostienen su derecho a expresar puntos de vista basados en sus
creencias religiosas, mientras que los grupos homosexuales quieren que se
silencie cualquier oposición basándose en prohibir la discriminación. «Estas son
las negras aguas en las que entramos cuando buscamos encerrar cada vez más los
‘derechos’ en la legislación», concluía Johnston.
La
legislación propuesta recibió duras críticas del cardenal escocés Keith O’Brien.
En una homilía a los parlamentarios el 14 de junio, advirtió que las leyes son
«una amenaza a la libertad de conciencia» y «a la libertad de
religión».
Las palabras
del cardenal fueron pronunciadas en el mismo corazón del parlamento británico,
en una cripta de la Cámara de los Comunes.
«Las leyes
que son aprobadas por cualquier autoridad humana deben respetar siempre la
dignidad de la persona humana y la integridad de conciencia de cada una, esté
formada esta conciencia por principios cristianos o por otros sistema de
creencias», insistía el cardenal O’Brien. «El estado se excede en su papel
cuando pisotea las libertades morales legítimas y cuando impone valores que no
tienen mérito racional y sociológico alguno».
Esta falta
de libertad queda ilustrada en un reciente caso en Escocia. Nueve bomberos de
Strathclyde sufrieron sanciones disciplinarias tras negarse a repartir panfletos
en una marcha del «orgullo gay», informaba el 1 de septiembre el Guardian. La
marcha tuvo lugar en junio. Como castigo, se ordenó a los bomberos que se
sometieran a «reeducación». Uno de los hombres fue degradado de rango, por lo
que perdió cerca de 5.000 libras (9.400 dólares) de
salario.
Escribiendo
en el Sunday Herald el 3 de septiembre, el arzobispo de Glasgow, Mons. Mario
Conti, explicaba que aunque a los homosexuales, y a otros grupos, se les dan
consejos de seguridad en caso de fuego, el lugar para hacerlo no es un festival
tipo carnaval. Los bomberos, observaba, sabían que al ir a este evento «estarían
sometidos a silbidos, comentarios inapropiados y, para algunos de ellos, a
graves insultos a sus creencias religiosas».
El arzobispo
indicaba que la razón verdadera para repartir material durante la marcha «no era
ofrecer asesoría de salvamento a los individuos presentes – era permitir que la
brigada como institución fuera vista como tolerante -‘que abrazaba la
diversidad’- y políticamente correcta». La tolerancia, sin embargo, no se
extendía a las creencias de los bomberos.
En la línea
de fuego
Existen
riesgos similares en Estados Unidos. Robert J. Smith, miembro de la Autoridad de
Tránsito del Área Metropolitana de Washington, perdió su trabajo tras sostener
en un programa local por cable, que la homosexualidad consistía en una
«desviación sexual».
Según el
periódico Baltimore Sun del 16 de junio, el gobernador Robert Ehrlich Jr
destituyó a Smith. Ehrlich describía los comentarios de Smith como «inadecuados,
insensibles e inaceptables», y estando «en conflicto directo con el compromiso
de mi administración por la no exclusividad, la tolerancia y la
oportunidad».
Tras su
despido, Smith, católico, manifestó que tenía derecho a expresar su opinión. Sus
comentarios tuvieron lugar durante un programa entrevista que incluía el tema
del matrimonio homosexual.
En
California, el gobernador Arnold Schwarzenegger ha firmado una ley que convierte
en ilegal para los proveedores de servicios financiados por el estado, como la
policía, el departamento de bomberos y las universidades, la discriminación
contra homosexuales, bisexuales y transexuales.
Las
organizaciones cristianas, junto a otras, criticaron la medida, afirmando que
amenaza las universidades de inspiración religiosa, los centros de día y las
organizaciones sin ánimo de lucro, informó el 31 de agosto el Washington Times.
Los grupos que tienen contratos gubernamentales o reciben financiación del
estado corren ahora el riesgo de tener que aceptar homosexuales, bisexuales y
transexuales.
Una
victoria, por ahora
En Canadá,
los cristianos ganaron a principios de año una larga batalla por la libertad de
expresión religiosa. El periódico National Post del 17 de abril informaba de que
un tribunal de tres jueces de la Corte de Apelaciones de Saskatchewan revocó la
sentencia del juicio del caso Hugh Owens. Éste es un cristiano que había sido
acusado del crimen de publicar anuncios de periódicos citando pasajes de la
Biblia contra la homosexualidad.
En 1997
Owens puso un anuncio en el Saskatoon Star-Phoenix como respuesta personal a los
anuncios que celebraban la «semana del orgullo gay». Se le consideró culpable de
violar el código de derechos humanos de Saskatchewan, aunque este código
contiene excepciones por las creencias religiosas y la libre expresión. La
sentencia de abril, no obstante, está lejos de ser una clara victoria, comentaba
el National Post. El tribunal hizo alusión a que en las circunstancias actuales,
con mayores derechos legales para los homosexuales, tal anuncio no debía haberse
permitido.
De hecho,
una carta pastoral del obispo de Calgary, Mons. Frederick Henry, expresaba su
preocupación por las amenazas a los cristianos que se oponen a la homosexualidad.
En su carta, con fecha del 6 de septiembre, Mons. Henry animaba
a los católicos a expresarse contra los cambios legales que el año pasado
permitieron los matrimonios del mismo sexo.
«El estilo
de vida homosexual debe tratarse ahora como sano y legítimo, cuando en realidad
es malsano e inmoral», afirmaba. «La libertad de expresión está amenazada por
quienes se oponen al ‘matrimonio’ del mismo sexo en público». Y se ha despedido
a funcionarios civiles que han rechazado oficiar matrimonios del mismo
sexo.
En un
discurso a los obispos de la provincia canadiense de Ontario, Benedicto XVI
advertía la dramática separación entre el Evangelio y la cultura contemporánea.
En su discurso el 8 de septiembre, el Papa observaba cómo en nombre de la
«tolerancia vuestro país ha tenido que soportar la insensatez de la redefinición
del término cónyuge».
«La
democracia sólo tiene éxito si se basa en la verdad y en una correcta
comprensión de la persona humana», explicaba el Pontífice. Los católicos
implicados en la vida pública y civil «no pueden aceptar componendas con
respecto a este principio», añadía. Principios a los que les esperan muchas
batallas.
Fuente: ZENIT.org, 20 octubre
2006